LO QUE ¡SÍ PUEDES!

El primer paso que hay que dar para retomar nuestras vidas y avanzar es ACEPTAR SERENAMENTE lo que no podemos cambiar. Aceptar no significa resignarse, significa dejar de perder tiempo y energía tratando de cambiar lo que, simplemente, está fuera de nuestro alcance. Si, lloremos a nuestros muertos y lamentemos nuestras pérdidas, pero sólo durante un tiempo determinado, ¡y que no sea mucho!, para disponernos cuanto antes a retomar el sendero de nuestras vidas y dejar de resistirnos a lo que está sucediendo.

Qué si se trata de un virus creado para conspirar contra el orden mundial actual, que si es un castigo de Dios o un correctivo de la naturaleza, que si ha sido bien o mal manejado por las autoridades sanitarias… ¡no hay modo de saberlo! Y, además, ¡qué importa! El daño ya está hecho y nos corresponde decidir buscar remedios y dejar de buscar culpables. Ocupa tu tiempo y tu energía en lo que puedes proteger y en lo que puedes cambiar para mejorar en tu vida. Céntrate en lo que SI PUEDES y deja de tenerte lástima y de justificarte. Lo que te define como persona no es lo que te sucede sino tu respuesta frente a lo que te sucede.

Pregúntate, pues, ahora: ¿QUÉ ES LO QUE SI PUEDO HACER?

De lo que sí puedes hacer podríamos destacar: limpiarte las manos con frecuencia, evitar el contacto físico con los demás y guardar la sana distancia; salir lo menos posible de tu hogar, trabajar lo más posible desde tu casa, gastar lo menos posible y ahorrar lo más que puedas; puedes aprender nuevas cosas que te permitan complementar o incrementar tu ingreso cuando no estés dedicado a tu trabajo habitual; puedes convivir mejor con tu familia, puedes hacer ejercicios de respiración y relajarte a lo largo del día, puedes comer mejor, meditar, rezar. Puedes tomar cursos para aprender a invertir tu dinero, a trabajar por internet, a hablar otro idioma; puedes observar con atención lo que está sucediendo y descubrir las opciones que se pueden presentar en un momento determinado para elegir la mejor.

Como te darás cuenta, si bien son varias las cosas que has tenido que dejar de hacer por el confinamiento debido a la pandemia, son muchas más las que puedes seguir haciendo y las que puedes comenzar a hacer por primera vez en tu vida si tomas la iniciativa y te pones creativa/o. No es sólo una cuestión de enfoque, es sobre todo una cuestión de actitud y básicamente puedes elegir una de dos tipos: la actitud humilde o la actitud soberbia. Si eliges la humilde, dejarás entonces de criticar, de lamentar y de quejarte y comenzarás a elogiar, alabar y agradecer lo que aun tienes, lo que haces, con quienes convives, lo que piensas y lo que eres, aunque te sientas mal y de malas.

Cualquiera se pone de malas cuando las cosas se ponen mal. Pero sólo los realmente poderosos se disponen a ponerle buena cara al mal tiempo. ¿Por qué? Porque saben que lo más importante en la vida no es el cómo se sienten en un momento determinado, sino lo que deciden hacer a pesar de cómo se sienten. Porque es lo que HACES, no lo que dices, no lo que piensas, no lo que sientes, lo que determina que tan competente eres y cuál es tu potencial en la vida. Lo que haces o dejas de hacer es lo que te engrandece o lo que te envilece. Lo que te libera o lo que te ata, lo que te empodera o lo que te limita. Así qué te pregunto, ¿QUÉ ES LO QUE ESTÁS HACIENDO DURANTE ESTA PANDEMIA? ¿Ahogando tus penas en alcohol? ¿Comiendo compulsivamente para calmar tu ansiedad? ¿Perdiendo el tiempo viendo series o noticieros? ¿Peleándote y discutiendo con tu pareja e hijos? ¿QUÉ ESTÁS HACIENDO QUE REALMENTE TENGA SENTIDO?

Y fíjate bien que la pregunta es sobre lo que estás haciendo, ¡no sobre cómo te estás sintiendo! EL CÓMO TE SIENTES no le importa a nadie o le importa poco a muy pocos. Lo sentimientos no generan resultados; las acciones sí. Y tal vez te justifiques afirmando: “pero no puedo hacer cosas valiosas o importantes si no me siento bien”, a lo que te aclaro: en realidad jamás te sentirás realmente bien si no te pones a hacer cosas verdaderamente valiosas e importantes. No es que no estés haciendo nada de valor en tu vida porque te sientas mal, sino que ¡te sientes mal porque no estás haciendo nada de valor en tu vida! Como lo dijera alguna vez el padre de la psicología norteamericana, William James, “el ave no canta porque sea feliz, ¡sino que es feliz porque puede cantar!

¿Entonces qué? ¿Qué vas a hacer? ¿Vas a lamentar o vas a agradecer? ¿Vas a perdonar o te vas a desquitar? ¿Vas a alabar o vas a criticar? ¿Vas a conciliar o vas a pelear? ¿Vas a aprender o vas a ignorar? ¿Vas a construir o vas a destruir? ¿Vas a cantar o vas a gritar? ¿Vas a silbar o vas a escupir? ¿Vas a bendecir o vas a maldecir? ¿Vas a pedir o vas a reclamar? ¿Vas a alegrarte o vas a enfurecerte? ¿Vas a alimentarte o vas a tragar? ¿Vas a beber o vas a chupar? ¿Vas a hacer algo que valga la pena o te vas a quedar sin hacer nada permitiendo así que u situación empeore cada vez más?

Recuerda que hoy estás cosechando lo que sembraste ayer y que mañana vas a cosechar lo que siembres hoy. Ahora bien. Antes de sembrar es necesario deshierbar la tierra y limpiarla para poderla surcar y más adelante sembrar, regar y fertilizar para que la semilla de su fruto. ¿No es así? Bueno, pues de igual forma primero necesitas liberarte de tus viejas emociones negativas enterradas y acumuladas durante años para que, despojándote de tu temor y resentimiento, puedas dar cabida a tus deseos y anhelos contando con espacio interno libre que te permita fluir con la vida y dejar de bloquearte ante ella.