Pedir es algo que, o cuesta trabajo, o no se sabe hacer. Si cuesta trabajo, hay inseguridad personal; si no se sabe hacer, hay soberbia de por medio. Como sea, tanto la inseguridad como la soberbia constituyen serias barreras para una sana convivencia con los demás, máxime cuando de situaciones desafiantes se trata como en la que nos encontramos actualmente. Convivir no es fácil por la dinámica que exige; por un lado, dar y, por otro, pedir.
Los hay quienes son muy buenos para pedir, pero muy malos para dar; y los hay quienes son muy buenos para dar, pero muy malos para pedir. Cuando se pide, pero no se da, al igual que cuando se da, pero no se pide, se establece una seria inequidad en la relación que, por lo mismo, está destinada a fracasar con el tiempo. Dar y recibir forma parte de la dinámica de amar que implica querer a la otra parte y pedir a la otra parte que lo quieran a uno.
Con el ánimo de disponernos a aprender a amar realmente es importante comenzar por disponernos a aprender a pedir y hacerlo con propiedad. Y para ello, consideremos de cerca las dos posibilidades antes planteadas: o no pedimos o no sabemos pedir. Analicemos cada una de ellas por separado.
Cuando no pedimos estamos dificultando, o de plano, impidiendo que la otra persona dé y eso la puede convertir en o reforzar como egoísta. Es el típico caso de los padres que no exigen a sus hijos o de la persona amante que no le exige correspondencia a su ser amado. En ambos casos, se rompe con la dinámica del amor porque queda trunca al no haber equidad en la relación.
Puede darse el caso de que una persona no pida por considerarlo reconocer una debilidad o incapacidad personal. Si fuese tu caso, es importante que tengas claro que te sitúas en un extremo del espectro que es el no pedir, que se opone al caso de la persona que lo pide todo, pero no da nada. Por eso es importante que tengas claro, y presente, que, al no pedir, no le estás permitiendo a la otra persona dar y que pedir no te hace menos, te hace simplemente humano.
No es posible que todos podamos autoabastecernos de todo y por ello pedir es algo humano, característico de nuestra naturaleza social. Ciertamente, tampoco se trata de pedirlo todo pues la premisa que rige es que pidas aquello que no puedas procurarte por ti mismo. Y se requiere de humildad para reconocerlo y, una vez que lo reconozcas, te has de centrar en pedirlo bien; lo que nos lleva al segundo punto.
Saber pedir implica hacerlo partiendo de la base de la forma de ser de la persona a la que le pides, no de tu propia forma de ser. Claro está que, siempre cuidando las normas básicas de respeto, educación y buenos modales. Asumiendo esto, la clave del buen pedir radica en hacerlo al modo de la otra persona. Por ejemplo, si la otra persona es directa, mal haría en pedirle algo dando rodeos y vueltas a la cuestión: si la otra persona es sensible, tendré que pedir con mucha sutileza y hasta delicadeza.
Pedir acertadamente, y asertivamente, también tiene que ver con dos ingredientes clave para la comunicación humana: los modos y el tono. Ambos reflejan el nivel de empatía o antipatía que experimentas hacia la persona y pueden marcar la diferencia entre obtener lo que pides y no obtenerlo. Por eso es sabio plantearnos cuidar los modos y procurar los mejores tonos para pedir algo. Y en esto es fundamental entender la diferencia entre pedir, exigir y reclamar. Pedir tiene que ver con algo básico que se espera de alguien; exigir, con aquello a lo que uno tiene derecho y no le está siendo otorgado y, finalmente, reclamar, con la firmeza externa asociada a una frustración determinada.
En términos generales se puede plantear que, cuando se trate de pedir algo como dádiva, lo que corresponde es hacerlo con delicadeza y gratitud; cuando, lo que se pide corresponde a un derecho personal, entonces procede la firmeza serena.
En definitiva, pedir forma parte de la experiencia de amar pues le da la posibilidad a la otra persona de dar y completar así su propio ciclo de amor. Hay que pedir de la forma que sea más apropiada a la personalidad de la otra parte y que hay que hacerlo siempre que no estemos pudiendo con algo o que no estemos siendo retribuidos como corresponde. Y siempre tomando en cuenta que, tan importante es pedir como dar, así como en el flujo de la respiración tan importante es inhalar como exhalar.
¡Hasta la Próxima!
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Anakaren (viernes, 17 julio 2020 14:03)
Muy interesante, estoy acostumbrada a siempre dar pero nunca pedir pero es muy cierto todo debe ser mutuo.
Anakaren (viernes, 17 julio 2020 14:03)
Gracias �
Miguel angel (sábado, 18 julio 2020 20:17)
Excelente reflexión, y con gran relación al tema del equilibrio. Lo que resulta difícil es saber identificar el punto de inflexión de donde se parte hacia un lado o el otro. Es completamente subjetivo, lo que para mi pudiera parecer "dar mucho" quizás en realidad para otros sea "dar poco". Creo que seria algo sobervio considerar que estamos "dando mucho" creo que debemos siempre dar lo suficiente con lo que nos sintamos agusto con nosotros mismos