"¿Cuál es el secreto del éxito económico? La clave es entender cómo hacerse más valioso en el mercado. Para tener más, simplemente tienes que ser mejor. Para que las cosas cambien, tienes que cambiar. ¡Para que las cosas mejoren, tienes que mejorar!” Jim Rohn
¿Cómo te vuelves realmente más valioso? Aprende a trabajar más duro contigo mismo que en tu trabajo y vuélvete “excepcional”. Entonces, ¿puedes ser personalmente dos veces más valioso y ganar el doble de dinero al mismo tiempo? ¿Es posible llegar a ser diez veces más valioso y ganar diez veces más dinero al mismo tiempo? ¿Es eso posible? ¡Por supuesto! Todo depende del tipo de valor que aportes a los demás de manera que estén dispuestos a pagarte por ello.
¿Qué vas a hacer para agregar más valor al mercado? ¿Cómo vas a garantizar la abundancia en tu vida en lugar de la escasez? Si vas a hacer un cambio radical y llevarte de donde estás hoy a donde quieres estar, a la libertad financiera, entonces este camino es el más poderoso que conozco para llevarte allí: el del aprendizaje que te hace competente y el de la competencia que te genera MAESTRÍA. Ahora bien, la preparación personal no sólo implica la disposición a nuevos aprendizajes, sino la adaptación, y subsecuente renovación, para cambiar nuestra mentalidad de empleados y consumidores para desarrollar – los que aún no la adquieren – una mentalidad de emprendedores e inversionistas. Entonces, no sólo se trata de la exigencia de un cambio de comportamientos sino de un cambio de paradigmas. Se trata en definitiva de no sólo estar dispuestos a ganar dinero de formas distintas a la que estamos acostumbrados, sino de ofrecer verdadero valor a las personas que estén dispuestas a pagar por él.
Por ejemplo, aprender sobre las tecnologías 5G, IA y Blockchain hará posible que más personas generen valor para quienes estén dispuestos a conocerlas y encontrar los nuevos nichos de mercado que se van a abrir para los que estén preparados para ello. Y no lo estarán aquellos que se mantengan en un estado de negación y lamentando que las cosas ya no vayan a ser como antes. Puedes aprender nuevas habilidades, puedes dominar tu propia mentalidad, puedes crecer, cambiar y desarrollarte, y puedes encontrar el trabajo y la oportunidad económica que necesitas y mereces. Pero si tu trabajo va a quedar obsoleto en los próximos cinco o diez años, o de plano ya desapareció con esta pandemia, es hora de pensar en hacer algo distinto y probar algo nuevo con cimientos más profundos y mejores estructuras.
Reinventarte es a la vez emocionante y aterrador. Emocionante por la oportunidad de aprender, crecer, crear y cambiar una vez que te das cuenta de que eres valioso. Y aterrador porque puedes llegar a pensar: "¿Cómo voy a hacer esto?". Pues aprendiendo y comenzando a hacerlo. Cuando te dispones con determinación a emprender algo, tarde o temprano progresas; no lo hacen quienes se la pasan quejándose y contemplando pasivamente como se desmorona todo a su alrededor.
Entonces, ¿cómo vas a aportar más valor al mundo? ¿Cómo vas a contribuir más, ganar más y aumentar tu impacto en tu entorno? Hay cientos, si no miles, de historias de personas promedio que vieron un problema, consideraron las cosas de manera un poco diferente y continuaron transformando industrias enteras o creando mercados completamente nuevos. No eran genios; solo eran personas como tú y yo pero que no se conformaron con su situación. En el mundo en que vivimos hoy, ninguna industria o producto es inmune: los cambios disruptivos de todo lo digital (internet, redes sociales y tecnología), la interconexión de cada persona, así como la globalización y, más recientemente, las pandemias, hacen posible que prácticamente cualquier profesión, empleo, empresa, sector o, inclusive, industria pueda desaparecer sin dejar rastro alguno. Ahora más que nunca aplica aquello de renovarse o morir.
Por eso, descubre para que eres especialmente buena, bueno, y compártelo con el mundo. Hay diversas formas de compartir y aportar valor a la vida de las personas a través de la enseñanza, de la información, la creatividad, la capacidad de organización, la diversión, las ventas, la asistencia, la atención, la reparación, la decoración, la inversión, la compañía, la asesoría, la preparación, la orientación, la comunicación, la educación, la vigilancia, el análisis, y hasta la predicación.
La cuestión, pues, radica en que no te conformes con lo que sabes, con lo que haces y, por lo tanto, con lo que eres. En un mundo en el que sobreabunda la información, una orientación especializada y pertinente sobre un tema que preocupe a muchos puede ser altamente remunerado y rentable. Pero para poder hacerlo tienes que volverte experto en algo que sirva a alguien. Si haces lo mismo que hacen muchos, o lo haces del mismo modo, entonces no vas a sobresalir y, por lo mismo te estancarás irremediablemente si no es que incluso te vas a deteriorar intelectual, emocional, espiritual y físicamente como consecuencia de la inercia rutinaria de la que no quieres salir por miedo o comodidad.
Si realmente quieres ganar más tienes que pensar mejor y disponerte a emprender independientemente de las circunstancias que se presenten en el camino. Las grandes oportunidades se hayan justo al otro lado de las grandes amenazas que caracterizan los periodos de crisis y solo las encuentran quienes se hayan preparados y dispuestos al cambio.
Aportar valor de manera masiva va a ser la clave en la nueva economía que se va a caracterizar, entre otras cosas, por mercados que van a desaparecer y otros que van a surgir como resultado de un nuevo modo de interactuar y comerciar entre las personas. La primera forma de interacción económica en la historia económica mundial fue la agraria. Era la era en la que no existía el dinero ni el empleo y el modelo de comercialización lo constituía el trueque. Las actividades económicas se asociaban a la agricultura, el pastoreo, la pesca y la cacería esencialmente.
Después vino la era mercantilista a finales del feudalismo. Las ciudades comienzan a expandirse fuera de las murallas de los castillos feudales y comienza la experiencia de intercambio de bienes y servicios a cambio de dinero y no de otros bienes o servicios. El dinero comienza a convertirse en una mercancía en sí y los intereses constituyen su precio. Surgen los primeros instrumentos financieros como las letras y pagarés.
Tiempo después surge la era industrial con la invención de la máquina de vapor y la estandarización de los procesos productivos. Ya no sólo se cosechan granos, se pesca o se cazan animales, se producen y comercian telas, joyas y especias, sino que también se producen de manera masiva diversos inventos que generan nuevas experiencias y estilos de vida.
Actualmente nos encontramos en la era de la información fuertemente regida por la globalización y el acceso colectivo a conocimiento y datos. El comienzo de este período se asocia con la revolución digital, si bien tiene sus antecedentes en tecnologías como el teléfono, la radio o la televisión, que hicieron que el flujo de información se volviese más rápido que el movimiento físico.
Pero a esta era va a seguir con bastante rapidez una sociedad y una economía nuevas. Algunos hablan ya de la bio-economía (asociada al desarrollo sostenible), la e-economía (asociada al internet), a la g-economía (asociada a la genética), en la que estaremos instalados hacia la mitad del siglo y en la que el mundo estará muy activo en los próximos años.
Se trata pues, de aprovechar el confinamiento (y el mayor tiempo disponible que implica) para aprender nuevos conocimientos (como el e-comerce, por ejemplo), nuevas tecnologías (como la blockchain), retomar viejos modelos de negocio que han demostrado ser a prueba de crisis (como las redes de mercadeo), descubrir nuevas tendencias y todo aquello que nos permita ofrecer nuevo y mejor valor para la vida de muchas personas y que podamos comercializar para generar ingresos y ganar más, no a pesar de esta crisis, sino ¡gracias a ella!
¡Hasta la Próxima!
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