TERCER PRINCIPIO: ¡EMPRENDE!

Según la Real Academia de la Lengua Española, emprender significa acometer y comenzar una obra, un negocio, un empeño, especialmente si encierran dificultad o peligro. Interesante definición, ¿no es así? Acometer de entrada implica que no se trata de algo fácil, y no lo será por varias razones:

 

 las creencias propias y ajenas

 el miedo

 la pereza

 las dificultades

 el desaliento

 

¡Ahora sabes por qué no todo mundo prospera! Ciertamente porque es difícil, más lo importante no es eso, lo importante es que se trata de algo posible. La vida no tendría que definirse por lo fácil y placentero que se pretende, sino por lo valioso que se hace realidad corriendo riesgos y asumiendo renuncias. Y dentro de lo valioso destaca, precisamente, la prosperidad financiera que, como ya vimos, constituye la plataforma pertinente para dedicarnos a lo que tiene sentido habiéndonos permitido cubrir lo necesario. Consideremos pues, las razones por las que la mayoría no es emprendedora y lo que podemos hacer al respecto para resolverlo y lograr así nuestra independencia financiera ya que, después de todo, no hay independencia posible sin una lucha previa por conquistar nuestra indolencia.

 

Las Creencias

Ya sea que pienses que es posible o que no, tendrás la razón

Henry Ford

 

Creamos de acuerdo con lo que creemos, y lo que creemos es resultado de lo que nos han dicho otros más lo que nos ha sucedido a lo largo de nuestra vida. Creer significa dar algo por hecho, determinar que así es, no lo cuestionamos y en eso radica su poder, para bien o para mal. Lo que creas con relación al dinero es determinante para que lo generes…o lo pierdas. Lo que crees que signifique ganarlo y aquello con lo que lo identificas permite o no que lo generes en abundancia. Respecto a las creencias negativas asociadas al dinero existen dos tipos: los que creen que la riqueza es algo malo y los que creen que la riqueza no es posible. ¿Te identificas con alguno de ellos? Si piensas que la riqueza es mala, ¿qué la hace mala? ¿Qué la corrompe? Permíteme señalarte que lo que sucede con el dinero es que, mientras más tienes, más se manifiesta lo que ya eras antes de tenerlo: si eras egoísta antes de tener dinero, lo serás más al tenerlo en abundancia; si, por el contrario, antes de tener dinero lo que te caracterizaba era la bondad y la generosidad, pues lo serás más aun con una mayor cantidad de dinero a tu disposición. Así que el problema no es el dinero, en todo caso lo es la persona que, antes de obtenerlo, no se trabajó a sí misma para desarrollar su potencial personal para, en lugar de ello, sumirse en la miseria de sus impulsos y defectos.

 

¿No es más bien malo que por la falta de dinero no puedas curarte de una enfermedad, vivir con tranquilidad o sacar adelante a tu familia? Entonces no vale pensar que tener mucho dinero es malo o te hace malo, más bien hay que pensar que no tener lo suficiente te hace experimentar situaciones injustas y desesperadas que podrías evitar si cambiaras tu mentalidad respecto a tener prosperidad financiera.

 

En lo que se refiere a creer que no es posible lograr la riqueza se trata de algo relativo y subjetivo. Relativo a cuáles sean tus argumentos para creerlo y subjetivo porque, finalmente, hay muchos casos de personas que la han logrado y eso implica que es posible lograrlo. ¿Por qué no sería posible la riqueza? ¿Por qué vivimos en una economía en recesión? ¿Por qué no hay suficiente dinero para todos? ¿Por qué la riqueza está concentrada en unas cuantas manos? ¿Por qué…? Bueno, si así fuese, no hubiera sido posible el surgimiento de lo que Paul Zane Pilzer denomina “los nuevos millonarios”. Según lo que menciona en su libro que lleva el mismo nombre, entre el 2006 y el 2016 se han creado 10 millones de nuevos millonarios solamente en EUA, y esto debido a que las nuevas tecnologías han hecho posible lo que él denomina la “distribución intelectual” de los bienes y servicios, es decir, la distribución de información que las personas pueden ofrecer de forma masiva sobre ciertos productos y servicios y ganar dinero por ello, en especial en las industrias centradas en el trabajo en el hogar, la tecnología, y la salud. Así que, si no logras la riqueza no es porque no se pueda, simplemente porque no sabes cómo lograrla o no quieres hacerlo.

 

Tampoco las creencias colectivas ayudan mucho ¿verdad? Recibimos un bombardeo continuo sobre malas noticias que hacen referencia de diversas formas a la pobreza y la escasez, lo que conlleva un sentimiento de pesimismo y frustración que promueven, en el mejor de los casos, una pasiva resignación y conformismo. Lo irónico del asunto es que, mientras más pensemos en términos de pobreza y escasez, más las generaremos por una especie de profecía de autocumplimiento colectiva. Pensemos mejor en términos de prosperidad y abundancia y lograremos revertir esta oleada de crisis múltiple y recurrente en nuestra sociedad.

 

El Miedo

La segunda razón por la que lograr la prosperidad no es fácil es por la experiencia del miedo, que consiste en la inquietud interior que se genera ante la percepción de una amenaza o peligro. Solemos temer a la pérdida, al fracaso y al rechazo. Preferimos no emprender algo con tal de no arriesgarnos a enfrentar cualquiera de esas tres experiencias. Lo lamentable es que, precisamente por no emprender, terminamos experimentando grandes pérdidas y fracasos, así como dolorosos rechazos. Si arriesgas y no ganas, al menos no pierdes; si, en cambio, no arriesgas, de seguro terminarás perdiendo. ¿Por qué? Porque es distintivo de la naturaleza humana el que retrocedas si no avanzas, es decir, si no estamos mejorando estamos empeorando, entonces no prosperar implica empobrecernos cada vez más. En el caso específico del dinero implica que, si no estás ganando cada vez más, estás perdiendo cada vez más. Tus gastos se van incrementando –no disminuyendo- con el tiempo. La alimentación y la salud se van volviendo cada vez más caras y el apoyo para nuestros descendientes cada vez más exigente, entonces, si no arriesgamos ahora con tal de no pasar un mal rato, terminaremos por atravesar por largas etapas de sufrimiento creciente. ¡Tendría que darnos miedo la situación actual, que aquella que podríamos generar si nos lanzamos con convicción y confianza a emprender algo para prosperar!

 

La Pereza

La desidia y comodidad conducen a la perdición. No disponerse a un mayor esfuerzo y sacrificio promueven la escasez y la pobreza en nuestras vidas y la de los nuestros porque nos mantiene encerrados en una zona de confort asfixiante. Dicha “zona de confort” es la zona más peligrosa de todas, porque nos genera flacidez física, mental y espiritual; nos atrofia nuestros talentos y capacidades y oxida nuestra voluntad. No sumimos en un estado de creciente letargo cuando no nos exigimos “más” para avanzar, literalmente nos vamos “descomponiendo”. Y entonces, cuando surge la adversidad o la desgracia, queremos responder con la fuerza y energía que no desarrollamos en su momento por perezosos.

 

Si quieres lograr el éxito financiero necesitas sacrificar horas de televisión, de descanso, de esparcimiento, de hacer lo que te gusta para dar ese “extra” que no dan las personas ordinarias y por las que en última instancia no salen adelante. Si se quiere recibir más hay que dar más, y la pereza nos lleva precisamente a lo contrario, a dar menos, a regirnos por la ley del mínimo esfuerzo. Lo único que te puede suceder por hacer algo –valioso- sin ganas es que vayas logrando el triunfo a lo largo de tu vida. Nadie se ha enfermado por hacer algo –valioso-sin tener ganas, la falta de ganas no es mortal ni genera estragos en tu salud. Entonces, no hay razón para dejar de hacer las cosas, sólo se requiere de determinación para ello y la determinación no es resultado de un estado anímico, sino de tu voluntad personal e independiente.

 

Las Dificultades

Algo se torna difícil cuando implica mayor esfuerzo del previsto, o mayor renuncia, o mayor dedicación…, o mayor inteligencia. Como sea, las dificultades –que siempre las habrá- ponen a prueba nuestras habilidades y talentos y representan una gran oportunidad de crecimiento personal, o la posibilidad de una creciente frustración. Mucho de la madurez de una persona tiene que ver con el hecho de que acepta que las cosas, mientras más valiosas son, más trabajo cuestan y mayores dificultades implican. Las dificultades ciertamente molestan, incomodan, más no debieran inquietarnos ni paralizarnos pues forman parte de la experiencia de vida que hemos de convertir en crecimiento precisamente a través de la superación de tales dificultades.

 

No todos emprenden porque no quieren “complicarse” la vida enfrentando y resolviendo dificultades. Entonces viven la escasez y la estrechez como consecuencia, y harían bien en al menos dejar de quejarse por su situación pues ésta se debe a una postura que “libremente” asumen por su negligencia, no porque la vida se muestre injusta con ellos. El conocido refrán que nos dice: el que quiera azul celeste, que le cueste, nos sitúa en la realidad de que pretender lo valioso de manera fácil, rápida y barata es simplemente, ingenuo. Nuestra vida se configura en función de lo valioso que hacemos realidad y no del costo que tengamos que pagar para hacerlo realidad.

 

El Desaliento

El desaliento es la antesala de la desesperación, y la desesperación es el peor de los estados que puede experimentar cualquier persona. El desaliento se experimenta en buena medida por haber generado expectativas desproporcionadas –irreales- respecto al proceso que hay que completar para lograr un objetivo; cuando nuestra fantasía no se cumple, nos desanimamos. Y es que hemos de desarrollar el hábito de partir de la realidad cuando nos propongamos algo, y no partir de la idealidad de lo que nos gustaría que fuese. La objetividad es el principio detrás de la perseverancia, sin exagerar las dificultades que enfrentemos y sin subestimar el esfuerzo y el tiempo que requiere conquistar algo.

 

Nos hemos vuelto muy impacientes como sociedad y como individuos, hemos perdido el gusto y respeto por lo arduo y se ha estrechado mucho nuestra tolerancia a la frustración. Eso complica aún más el tema de la prosperidad y facilita el de la decadencia. No persistir apelando a un estado emocional voluble y a una pobre resistencia física y mental se ha vuelto un signo de nuestro tiempo. En parte, la falta de formación en valores y virtudes y en parte la comodidad fomentada por las nuevas tecnologías son los responsables de nuestra caída en picada.

 

¡No pierdas de vista lo que quieres! ¡No dejes de contemplar lo que vas a ganar cuando te exiges! La dispersión fomenta el desaliento, la concentración y el enfoque, en cambio, la perseverancia.

 

 

La fortuna no va a caer del Cielo ni te va a aparecer como por arte de magia, será el resultado de tu emprendimiento que surgirá de tu determinación de no conformarte con lo que actualmente obtienes en la vida. Tu disposición a dar más de ti para recibir más de la vida es clave. No obstante, se trata de una iniciativa que ha de surgir de ti y de un compromiso que has de formalizar contigo mismo, pues, ¡nadie irá por ti y nadie lo hará por ti!

Escribir comentario

Comentarios: 0