Con frecuencia me preguntan “cuál es el mejor momento para invertir” a lo que suelo contestar que “este” porque “este” es el único momento “real” de la vida. Sin embargo, recientemente caí en la cuenta de que mi respuesta venía más de mi lado “filosófico” que del “financiero” por lo que considero conveniente “rectificar” y plantear una respuesta más adecuada a la materia sobre la que versa la pregunta.
Sin duda que el mejor momento para invertir es “cuando las cosas están mal” en los mercados. Durante un mercado bajista, los analistas financieros a menudo comentan que el gasto de los consumidores ha disminuido porque las personas están tan nerviosas sobre el futuro que prefieren guardar su dinero pues anticipan peores tiempos. Se forma así un “rentable” círculo vicioso: los consumidores gastan menos dinero porque están nerviosos, por lo que las empresas ganan menos dinero porque disminuyen sus ventas. Y si las empresas ganan menos, ¿no significa eso que el mercado de valores no podrá recuperarse? Pues, en principio, sí, aunque estos períodos de pesimismo del consumidor suelen justamente constituir el momento ideal para invertir.
¿Por qué? Porque el mercado de valores no considera el presente, el mercado siempre está anticipando el futuro. Lo que más importa no es dónde se encuentra la economía ahora, sino hacia dónde se dirige. Y cuando todo parece terrible, el péndulo termina por balancearse en la otra dirección. De hecho, cada mercado bajista en la historia de los Estados Unidos ha sido seguido por un mercado alcista, sin excepción. Este proceso de increíble resistencia ha hecho la vida relativamente fácil para los inversionistas a largo plazo en el mercado estadounidense. Una y otra vez, los malos tiempos finalmente han sido seguidos por los buenos tiempos. Y esto ha sucedido en la mayoría de los países del mundo.
La cuestión clave aquí es que, así como todo lo que sube tiende a bajar, también todo lo que baja tenderá a subir en un momento dado. Y antes de que suba, hay que aprovechar para adquirir aquellos activos que, por las condiciones del mercado que abarcan subirán tarde o temprano y en un mercado bajista se encuentran en precios de auténtica oferta.
Y es para esos “periodos de oferta” para los cuales hay que tener ahorros sustanciales, para poder hacernos de acciones, bonos, criptomonedas o metales preciosos cuando están a bajo precio (mercado bajista) y venderlos cuando su precio aumenta (mercado alcista). Como afirmara alguna vez el legendario inversionista Jim Rogers, “¡no es tan difícil invertir y ganar mucho dinero!, tan sólo hay que prestar atención a lo que sucede allá afuera”.
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