Muchos saben en el fondo que su ingreso actual no hará posible que den el salto del estado en el que se encuentran al estado que desean financieramente hablando. Y, aunque se trata de una realidad común, por demás estresante, también se trata de una realidad que se puede cambiar si estamos dispuestos. Como dice el refrán: si colocas a una persona con dinero junto a una persona con experiencia, la persona con experiencia se quedará con el dinero mientras que la persona que tenía el dinero adquirirá experiencia. Se trata pues de adquirir experiencia lo más pronto posible para poder incrementar nuestros ingresos. La experiencia es el resultado de práctica y aprendizaje y, gracias a la tecnología, podemos adquirir conocimientos de forma rápida y accesible y beneficiarnos de la experiencia de otros.
Ahora bien, independientemente del grado de sofisticación que queramos alcanzar o no para aprender a invertir de forma rentable – y que nos permita beneficiarnos de la magia del interés compuesto – lo primero que tenemos que disponernos a aprender y a practicar es el ahorro pues, definitivamente, si gastamos el mismo monto – o mayor – que el que ganamos, jamás podremos llegar al estado financiero deseado pues, aprender a invertir y hacerlo exige en primer término “tener con qué invertir”.
Se trata en esencia de “cambiar el chip” en nuestra cabeza y pasar del modo en el que trabajamos por el dinero al modo en el que el dinero trabaje por nosotros.; en otras palabras, si queremos realmente ser financieramente libres necesitamos dejar de ser simples consumidores para convertirnos en auténticos inversores. Y esto requiere de un cambio en nuestra manera de procesar y de proceder frente al dinero.
En la práctica intercambiamos tiempo por dinero lo que en sí se trata de un pésimo negocio pues, si bien, siempre encontraremos formas de ganar más dinero jamás encontraremos formas de ganar más tiempo. Hemos olvidado que trabajamos para vivir y no vivimos para trabajar. Ciertamente por un lado esto se ha vuelto muy complicado (trabajar para vivir) si bien hay que admitir que, por otro lado, aprender se ha vuelto mucho más accesible que antes de manera que basta con que lo decidamos – y nos mantengamos firmes en esa decisión – para poder invertir nuestro dinero como todo un profesional.
Ahora bien, también habrá que “invertir” dinero – no sólo tiempo – para poder convertirnos en el mediano plazo en inversores que han logrado que su dinero trabaje para ellos. Como alguna vez afirmara Benjamín Franklin, mete dinero en la formación de tu cabeza para que tu cabeza meta dinero en la formación de tu billetera. Doble exigencia para los que quieran independizarse financieramente: ahorrar tiempo y dinero para invertirlo en aprender a invertir.
No exageramos al plantear que la primera gran decisión financiera en tu vida es justamente la de determinar el monto de tiempo y dinero que, a partir de ahora vas a destinar al ahorro para aprender a invertir y hacerlo lo más pronto posible. E independientemente de si decides destinar 5%,10%,15% o más de tu tiempo y tu dinero – primero para aprender y luego para invertir – lo que es crucial es que lo hagas contra viento y marea pues, de lo contrario, nunca podrás contar con el sustento necesario para tu independencia económica… y el tiempo pasa y no sé detiene.
La clave, pues, para comenzar desde ahora a edificar tu libertad financiera consiste en ganar más, gastar menos y hacerlo consistentemente en lo que aprendes a invertir y lo haces. Comienza por lo que sea, pero ¡comienza ya! Prueba con ahorrar tan sólo un dólar la primera semana, dos dólares la segunda, tres dólares la tercera y te sorprenderás de cuanto puedes ahorrar en tan sólo un año, tiempo más que suficiente para haber tomado un curso sobre inversiones – o haber leído libros al respecto – y aprender las estrategias pertinentes para multiplicar tu dinero.
Disponte pues a aprender y practicar como todo un inversionista y deja de conformarte con ser tan sólo un simple consumidor.
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