UNA FORMA DIRECTA Y HONESTA DE INVERSIÓN Y CREACIÓN DE RIQUEZA

Gran parte de las formas convencionales de inversión que se plantean hoy en día están destinadas a empobrecer a los ahorradores en lugar de contribuir a la creación de su patrimonio. De por sí son pocas las personas interesadas en ahorrar y aprender estrategias de inversión cómo para que, encima de todo, estén mal orientadas y guiadas por los “expertos” en su camino hacia la libertad financiera, tan anhelada por muchos y tan lograda por pocos.

Por ejemplo, uno de los enfoques más populares de inversión promovidos es el de comprar y mantener un fondo de inversión de renta fija, agregarle cierta cantidad cada cierto tiempo, y estar totalmente esperanzado en que las operaciones que realice el fondo generarán rendimientos superiores a la tasa de inflación. Esta estrategia, por desgracia, no maximiza la rentabilidad de los “inversionistas” (que en realidad no lo son pues no son ellos los que manejan su dinero sino los “expertos” de la empresa que opera el fondo). Pero lo que no saben, y lo que su “asesor financiero” no les dirá, es que esta estrategia hace maximizar las tasas de rendimiento (ganancias) de los gestores de dichos fondos que “siempre” ganan por la vía de las comisiones que cobran independientemente de los movimientos del mercado de valores y del desempeño de sus portafolios.

 

En conjunto, tasas de rendimiento más bien bajas y comisiones permanentes son la razón principal por la que la mayoría de los fondos mutuos terminan con pobres, nulos o malos resultados. La verdad simple es que ninguno de los grandes inversionistas de hoy en día deben su riqueza a seguir la estrategia de invertir en fondos de inversión de renta fija. Sin embargo, hay un sinnúmero de gestores de fondos que deben sus fortunas a las onerosas comisiones que obtienen de mantener a los inversionistas anclados a sus portafolios de dudosa calidad y productividad.  La triste realidad es que muchos gestores de fondos no hacen su tarea de revisar y dar seguimiento a los factores macroeconómicos que influyen en los ciclos de expansión e inhibición de los mercados. No estudian los movimientos ni políticas de los bancos centrales y mucho menos se ponen a medir las posibles repercusiones de las políticas monetaria y fiscal de los principales gobiernos del mundo en una economía mundial cada vez más interdependiente por globalizada. Y estos factores macroeconómicos son sólo un punto de partida para definir el alcance y potencial de un tipo de inversión determinada.

 

También se requiere del análisis de los fundamentos microeconómicos de las empresas rectoras de la economía mundial y domésticas y el impacto de sus estrategias de expansión y toma de decisiones en general. Los asesores no hacen su tarea y los ahorradores desconocen los principios reales de una buena inversión: comprar a buen precio acciones de empresas que estén en expansión y que paguen un dividendo razonable a sus accionistas.  

Ni que decir sobre la relevancia que tiene también tomar en cuenta los factores psicológicos que afectan a los movimientos de los mercados. El ser humano es sumamente susceptible a las emociones de miedo y codicia. Muchos compran cuando deberían de vender y muchos venden cuando deberían de comprar. El principio de “racionalidad” que rige los modelos de la ciencia económica convencional en la práctica brilla por su ausencia. Las personas compran o venden por cómo se sienten, no por el análisis fundamental y técnico que no realizan.  

 

A veces las mejores inversiones en el mundo requieren de tiempo para madurar y prevalecer; a veces bajan antes de subir. Por lo mismo, es importante que, cuando decidamos invertir en acciones de una empresa que nos convence, y no dejarnos llevar por los vaivenes emocionales derivados de las fluctuaciones en los mercados, estemos dispuestos a invertir en esa empresa por lo menos durante cinco años.

 

Hay que tener en cuenta que, por más que se realicen los análisis técnico (tendencias gráficas de diversas variables) y fundamental (fundamentos micro y macroecónomicos que pueden afectar el comportamiento del mercado) y de que se haga en un mediano o largo plazo, el factor riesgo se mantiene si bien puede reducirse significativamente. Nadie puede predecir el futuro y por eso siempre se correrán riesgos a la hora de invertir. La cuestión es no confundir “riesgo” (que puede calcularse) con “apuesta” (que no hay forma de anticipar) y tomar las decisiones más pertinentes desde el análisis y la intuición y no desde las vísceras y emociones. Por ello también importa no arriesgarse “demasiado”, lo que implica que el tamaño de una posición de inversión no rebase el 5 % del total de la cartera. Por ejemplo, si pienso invertir un total de 1000 dólares, entonces no he de invertir más de 50 dólares en una misma empresa o instrumento de inversión. Esto es la famosa “diversificación”.

 

El objetivo de la estrategia que planteamos no es el de lograr riqueza de manera rápida. Cuando una estrategia ofrece lo contrario, hay que desconfiar seriamente de ella. La clave radica en una acumulación creciente de un capital que se invierte – y se reinvierte – durante por lo menos cinco años en diversos instrumentos de inversión que generan un interés estable (y de preferencia creciente) lo más encima posible de la inflación.

 

La Generación de un patrimonio requiere de conocimiento (y, por lo tanto, de disposición de aprender) y paciencia, dos recursos fundamentales de los que muchas personas carecen, tal vez por eso las crisis financieras suelen ser “recurrentes” ...¡y cada vez más!

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Comentarios: 2
  • #1

    Luis Aguilar (jueves, 30 marzo 2017 11:08)

    Muy cierto, también es cierto que lo mejor es capacitarse y mantenerse informado. Nada es gratis, tiene sus riesgos y beneficios, el resultado depende de que tanto tiempo y talento se le invierta a esta forma de manejar el dinero...
    Saludos...

  • #2

    Andrés Mares (domingo, 02 abril 2017 14:25)

    ¡Así es Luis! Saludos