Segundo Hábito de la Prosperidad Financiera

Según la Real Academia de la Lengua, emprender significa acometer y comenzar una obra, un negocio, un empeño, especialmente si encierran dificultad o peligro. Interesante definición, ¿no es así? Acometer de entrada implica que no se trata de algo fácil, y no lo será por varias razones:

 las creencias limitantes propias y ajenas

 el miedo

 la pereza

 las dificultades

 el desaliento

Ahora ya sabes por qué no todo mundo prospera ¿verdad? Ciertamente porque es difícil, más lo importante no es eso, lo importante es que se trata de algo posible. La vida no se define por lo fácil y placentero que se quiere, sino por lo importante posible que se hace realidad corriendo riesgos, asumiendo renuncias y persistiendo. Y, dentro de lo importante posible destaca la Prosperidad Financiera que, como ya vimos, constituye la plataforma pertinente para dedicarnos a lo valioso habiéndonos permitido cubrir lo necesario. Consideremos pues, las razones por las que la mayoría no es emprendedora y lo que podemos hacer al respecto para resolverlo o superarlo y lograr así nuestra independencia financiera pues, después de todo, no hay independencia posible sin una lucha previa por superar nuestra indolencia.

Las Creencias

Ya sea que pienses que algo es posible o que no, tendrás la razón.

Henry Ford

 

Creamos de acuerdo a lo que creemos, y lo que creemos es resultado de lo que nos han dicho otros y lo que nos ha sucedido a lo largo de nuestra vida. Creer significa dar algo por hecho, determinar que así es, no lo cuestionamos y en eso radica su poder, para bien o para mal. Lo que creas con relación al dinero es determinante para que lo generes…o lo pierdas. Lo que crees que signifique ganarlo y aquello con lo que lo identificas permite o no que lo ganes en abundancia. Respecto a las creencias negativas asociadas al dinero existen de dos tipos: los que creen que la riqueza es algo malo y los que creen que la riqueza no es posible.

 

¿Te identificas con alguno de ellos? Si piensas que la riqueza es mala, ¿qué la hace mala? ¿Qué la corrompe? Permíteme señalarte que lo que sucede con el dinero es que, mientras más tienes, más se manifiesta lo que ya eras antes de tenerlo: si eras egoísta antes de tener dinero, lo serás más al tenerlo en abundancia; si, por el contrario, antes de tener dinero lo que te caracterizaba era la bondad y la generosidad, pues lo serás más aun con una mayor cantidad de dinero. Así que el problema no es el dinero, en todo caso lo es la persona que, antes de obtenerlo, no se trabajó a sí misma para desarrollar su potencial personal para, en lugar de ello, sumirse en la miseria de sus impulsos y defectos.

 

¿No es más bien malo que por la escasez no puedas curarte de una enfermedad, vivir con tranquilidad o sacar adelante a tu familia, ofreciéndole el mejor nivel de vida posible? Entonces no vale pensar que tener mucho dinero es malo o te hace malo, más bien hay que pensar que no tener lo suficiente te hace experimentar situaciones injustas y desesperadas que podrías evitar si cambiaras tu mentalidad respecto a tener prosperidad financiera.

 

En lo que se refiere a creer que no es posible lograr la riqueza, bueno, eso es relativo; relativo a cuáles sean tus argumentos para aseverarlo. ¿Por qué – según tu – no es posible? ¿Porque vivimos en una economía en recesión? ¿Porque no hay suficiente para todos? ¿Porque la riqueza está concentrada en unas cuantas manos? ¿Por qué…? Bien, si así fuera, hace tiempo que hubieran desaparecido lo que Paul Zane Pilzer denomina “los nuevos millonarios”. Según lo que menciona en su libro que lleva el mismo nombre, entre el 2006 y el 2016 se crearán 10 millones de nuevos millonarios solamente en EUA, y esto debido a que las nuevas tecnologías han hecho posible lo que él denomina la “distribución intelectual” de los bienes y servicios, es decir, la distribución de información que las personas pueden ofrecer de forma masiva sobre ciertos productos y servicios y ganar dinero por ello, en especial en las industrias centradas en el trabajo en el hogar, la tecnología y la salud. Así que, si no logras la riqueza no es porque no sea posible, simplemente porque no quieres lograrla jugando con las “nuevas reglas”.

 

Tampoco las creencias colectivas ayudan mucho que digamos – ¿verdad? – y recibimos un bombardeo continuo sobre “malas” noticias que hacen referencia de diversas formas a la pobreza y la escasez, lo que conlleva un sentimiento de pesimismo y frustración que promueven, en el mejor de los casos, una pasiva resignación y conformismo. Lo irónico del asunto es que, mientras más pensemos en términos de pobreza y escasez, más las generaremos en nuestras vidas por una “profecía de autocumplimiento” colectiva. Pensemos mejor en términos de prosperidad y abundancia y lograremos revertir esta oleada de crisis múltiple en nuestra sociedad.

 

El Miedo

 

La segunda razón por la que lograr la prosperidad no es fácil es por la experiencia del miedo, que consiste en la inquietud interior que se genera ante la percepción de una amenaza o peligro. ¿A qué le solemos temer? A la pérdida, al fracaso y al rechazo. Preferimos no emprender algo con tal de no “arriesgarnos” a enfrentar cualquiera de esas tres experiencias. Lo irónico del caso es que, precisamente por no emprender, terminamos experimentando grandes pérdidas y fracasos, así como dolorosos rechazos. Si arriesgas y no ganas, al menos no pierdes, si no arriesgas terminarás perdiendo. ¿Por qué? Porque es distintivo de la naturaleza humana el que “si no avanzas, retrocedes”; si no estamos mejorando estamos empeorando, entonces no prosperar significa decadencia y desolación. En el caso específico del dinero implica que, si no estás ganando cada vez más, estás perdiendo cada vez más. Tus gastos se van incrementando –no disminuyendo – con el tiempo (y eso sin contar el corrosivo efecto de la inflación); la salud se va volviendo cada vez más cara y el apoyo para nuestros descendientes cada vez más desafiante, entonces, si no nos arriesgamos ahora – por miedo – a emprender algo nuevo, terminaremos por atravesar largas etapas de sufrimiento…creciente. ¡Tendría más bien que darnos miedo la situación en la que nos encontramos – que, por cierto, no tiene mucho más que aportarnos – que aquella que podríamos generar si nos lanzamos con convicción y confianza a emprender para prosperar!

 

La Pereza

 

¡La flojera y comodidad conducen a la perdición! No disponerse a un mayor esfuerzo y sacrificio promueven la escasez y la pobreza en nuestras vidas y la de los nuestros. La famosa “zona de confort” es la zona más peligrosa de todas, porque nos genera flacidez física y mental, nos atrofia nuestros talentos y capacidades y oxida nuestra voluntad. No sumimos en un estado de creciente letargo cuando no nos exigimos “más” para avanzar cada vez más, entonces nos vamos “descomponiendo”. Y entonces, cuando surge la adversidad o la desgracia, queremos responder con la fuerza y energía que no desarrollamos en su momento ¡por perezosos!

 

Si quieres lograr el éxito financiero necesitas sacrificar – temporalmente –  horas de televisión, de descanso, de esparcimiento, de hacer lo que te gusta para dar ese “extra” que no dan las personas ordinarias y por las que, en última instancia, no salen adelante. Si se quiere recibir más hay que dar más, y la pereza nos lleva precisamente a lo contrario, a dar menos, a regirnos por la ley del mínimo esfuerzo. Lo único que te puede suceder por hacer realidad lo valioso, aunque te falten las ganas, es que vayas logrando el éxito en tu vida. Nadie se ha hecho daño por hacer algo –valioso – sin ganas; la falta de ganas para hacer algo no es mortal ni genera estragos en tu salud, sólo los puede generar en tus finanzas y tus relaciones.

 

Las Dificultades

 

Algo se torna difícil cuando implica mayor esfuerzo del previsto, o mayor renuncia, o mayor dedicación…, o mayor atención. Como sea, las dificultades –que siempre las habrá – ponen a prueba nuestras habilidades y talentos y representan una gran oportunidad de crecimiento personal o la posibilidad de una creciente frustración si no decidimos afrontarlas. Mucho de la madurez de una persona tiene que ver con el hecho de que acepta que las cosas, mientras más valiosas son, más trabajo cuestan y mayores dificultades implica. Las dificultades ciertamente molestan, más no debieran inquietarnos pues forman parte de la experiencia de vida que hemos de convertir en una experiencia de crecimiento precisamente a través de la superación de las dificultades y de las lecciones que podemos aprender de ellas. No todos emprenden debido a que muchos no quieren “complicarse” la vida enfrentando dificultades, entonces viven la escasez y la estrechez como consecuencia, y harían bien en al menos dejar de quejarse por su situación pues ésta se debe a una postura que “libremente” asumen con su negligencia, no porque la vida se muestre injusta con ellos. El conocido refrán nos dice: el que quiera azul celeste, que le cueste nos sitúa en la realidad de que, pretender lo valioso de manera fácil, rápida y barata es simplemente imposible. Nuestra vida se configura en función de lo valioso que hacemos realidad y no del costo que tengamos que pagar para hacerlo realidad.

 

El Desaliento

 

El desaliento es la antesala de la desesperación, y la desesperación es el peor de los estados que puede experimentar cualquier persona. El desaliento se experimenta en buena medida por haber generado expectativas desproporcionadas –irreales – respecto al proceso que hay que seguir para lograr un objetivo; cuando nuestra expectativa no se cumple, nos desanimamos. Y es que hemos de desarrollar el hábito de partir de la realidad cuando nos propongamos algo y no partir de la idealidad de lo que nos gustaría que fuera. La objetividad es el principio detrás de la perseverancia, sin exagerar las dificultades que enfrentemos y sin subestimar el esfuerzo y el tiempo que requiere conquistar algo.

 

Nos hemos vuelto muy impacientes como sociedad y como individuos, hemos perdido el gusto y respeto por lo arduo y se ha reducido mucho nuestra tolerancia a la frustración. Eso complica aún más el tema de la prosperidad y promueve el de la escasez. No perseverar apelando a un estado emocional voluble y a una pobre resistencia física y mental se ha vuelto un signo de nuestro tiempo. En parte, la falta de formación en valores y virtudes y en parte la comodidad fomentada por las nuevas tecnologías son los responsables de nuestra caída contemporánea en picada.

 

 

¡No pierdas de vista lo que quieres! ¡No dejes de contemplar lo que vas a ganar cuando te superes! La dispersión fomenta el desaliento; la concentración y el enfoque, en cambio, la perseverancia. La fortuna no va a caer del Cielo ni se te va a presentar como por arte de magia, será el resultado de tu emprendimiento que surgirá de tu determinación de no conformarte con lo que obtienes en la vida. Tu disposición a dar más de ti para recibir más de la vida es la clave. No obstante, se trata de una iniciativa que ha de surgir de ti y de un compromiso que has de formalizar contigo mismo… ¡nadie lo hará por ti!

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Comentarios: 2
  • #1

    Roda María Guerrero (jueves, 11 agosto 2016 08:08)

    Difícil pero no imposible!!!!

  • #2

    Andrés Mares (viernes, 12 agosto 2016 12:20)

    ¡Exacto!