¡LA CONFIANZA SE DESMORONA!

Progresivamente, las instituciones políticas, sociales y económicas han sido objeto de una desconfianza mayor ante su clara ineptitud para promover la estabilidad y el progreso.  La confianza se está perdiendo por aquellos que, a pesar de su trabajar arduamente, ven cada vez más mermado el poder adquisitivo de su dinero logrado con tanto esfuerzo.

 

Entre los millennials, la confianza en la democracia está disminuyendo, dice el escritor norteamericano Neil Howe: “Los Millennials son los menos propensos a pensar que la democracia es importante; muchos de ellos miran a las democracias hoy y ven que los gobiernos parecen ser perennemente disfuncionales. Todo lo que hacen es pedir prestado a su futuro… pero ¡no hacen nada para invertir en su futuro! ".

 

Por su parte, el profesor Yascha Mounk muestra que no solo pasa con los estadounidenses, sino que también la juventud europea ha perdido la fe en la democracia. Cuanto más tarde nacieron los entrevistados, tanto menor es su confianza en las instituciones democráticas y mayor es su deseo de líderes fuertes.

 

Esta desconfianza va provocando malestar y, la acumulación de malestar puede peligrosamente desembocar en violencia. También en Europa se pueden ver diferentes síntomas de pérdida de confianza, acompañado por una creciente polarización social. El surgimiento de los partidos y movimientos populistas de izquierda no son el único signo de pérdida de confianza en el panorama global actual. Fenómenos como el de los “chalecos amarillos” en Francia y el movimiento de ciudadanos del Reich en Alemania son claros indicaciones de que algunos ciudadanos europeos están perdiendo la confianza en sus gobiernos.  

 

Y si el nivel de confianza pública está disminuyendo colectivamente, eso puede tener serias implicaciones para una de las instituciones más importantes de nuestra sociedad: la monetaria. La confianza es básica en una sociedad para lograr prosperidad económica, porque solo la confianza permite una división y especialización eficiente del trabajo. Un requisito previo para esto es contar con un medio de intercambio que goce de confianza aceptación en general, de lo contrario, el intercambio de bienes y servicios se vuelve limitado, altamente ineficiente y costoso. El dinero es, en última instancia, energía espiritual que el hombre adquiere, consume, regala o juega. El dinero no es más que un generador y transmisor de energía abstracta. Y, para que la equidad y prosperidad del intercambio se mantenga en el tiempo, el dinero debe ser un recurso estable y la medida de confianza en la economía.

 

 

El filósofo David Hume describió la confianza como un cumplimiento de promesas, y, monetariamente hablando, la inflación es una devaluación del futuro a través de promesas incumplidas. Tradicionalmente, la Reserva Federal se encargaba de rehabilitar el dólar estadounidense y restaurar sucesivamente la confianza a través de políticas monetaria restrictivas que conducían al incremento/descenso de tasas de interés necesario para reestablecer el orden financiero a nivel internacional. Pero los acontecimientos de los años 2008-2009 representaron un serio cambio de rumbo en la estrategia mediante la llamada “Flexibilización Cuantitativa” que refuerza una estructura económica cada vez más afianzada en la deuda y destinada a generar, cada vez más temprano que tarde, un contundente RESETEO Financiero. Si no estás acumulando activos financieros (como el oro) cuyo valor incremente con la inflación, puedes sufrir gravemente las consecuencias de dicho reseteo que se traducirá, simplemente, en no contar con poder adquisitivo en tus ingresos y, muy probablemente, ni siquiera contar con ellos. 

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