El capital existente en el mundo sigue siendo desperdiciado a costa de los ahorradores y los jubilados. No obstante, los bancos centrales no dan una al respecto y mantienen bajas tasas de interés que lo único que propicia es el endeudamiento a costa del crecimiento. Además, se ha perdido el equilibrio en los precios de los mercados de capitales, en particular, en los rendimientos de los bonos que ya no reflejan la oferta y demanda de los mercados financieros sino las políticas monetarias de los bancos centrales. Entonces, las tasas de interés no responden a realidades de mercado sino a estrategias de política monetaria interna. ¿Así o más manipulado?
Mientras tanto, ¿quién en su sano juicio está invirtiendo su dinero duramente ganado en los bonos del Tesoro con rendimientos tan insignificantes? Obviamente, es mejor que una tasa de retorno negativa pero vamos, ¿no es posible que, en cualquier momento, por la inestabilidad en cualquiera de los mercados globales la inflación haga acto de presencia y termine por convertir en negativo cualquier rendimiento vigente en los bonos gubernamentales vigentes?
Hemos estado anticipando el colapso financiero de la burbuja de los derivados que en cualquier momento estalla. Y las consecuencias de la burbuja anterior las pagamos con más endeudamiento público (para pagar las disparatadas de grupos privados) por lo que mantener la tasa de interés baja se vuelve crucial para financiar la deuda. Sí, pero lo irónico es que no se trata de deuda que se destina a financiar el desarrollo, sino a seguir fomentando la creación de burbujas. El desenlace final, la creciente pérdida del valor adquisitivo de la moneda fiat.
O se genera un cambio de rumbo en las finanzas globales, lo que implicaría, entre otras cosas, que endurezcan las políticas regulatorias para ponerles un alto a mercados “colaterales” como el de derivados o, como individuos, tomarnos en serio el generar nuestros ahorros en fuentes alternas de valor como las monedas de oro y plata y/o las criptomonedas. Veo cada vez más sensato, lo segundo. No podemos permitir que el dinero siga siendo propiedad exclusiva del gobierno y que lo disfruten quienes, lejos de ponerlo a trabajar, especulan con él.
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